
El Mallorca ha salido vivo pero con un resultado difícil de levantar del encuentro de ida de los dieciseisavos de final de Copa frente a un rival de superior categoría como el Real Valladolid, quien no acabó de demostrar el poderío que se le presumía por su situación clasificatoria esta temporada en Primera a pesar de ser recién ascendido, incluso pidiendo la hora por el avance de los bermellones, a los que les costó engancharse al ritmo del partido, una dinámica que parece haberse contagiado de los titulares a los suplentes y que ya dejó la eliminatoria muy de cara para los vallisoletanos a pesar de que los rojinegros buscaron con ansias volver a igualar el encuentro.
Pero en una Copa en la que el resultado ya ha pasado a parecer lo de menos, desde luego este partido pasará a la historia y sin duda que no será por el resultado, sino que por el tremendo apagón que sufrió Son Moix a los dos minutos de haberse iniciado el choque, una situación que se agravó tras una segunda ida de las luces cuando parecía que ya se recuperaban y que llevó al colegiado a ordenar la retirada a los vestuarios mientras no se estabilizara la situación, estando algún que otro minuto alimentados por la única luz de las linternas de los móviles, la iluminación del palco y la publicidad lateral de los videomarcadores, que fueron los únicos que aguantaron durante los cerca de veinte minutos de suspensión mientras los focos iban y venían, estando algún que otro minuto totalmente caídos, una circunstancia totalmente achacable al temporal que se está viviendo estos días por las Balears y que no dio tregua durante el encuentro, con lluvia y viento intensísimos.
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